Cultura

Los grandes enemigos de la oración

El hábito de la oración hace parte de la educación que reciben las personas cuando se trata de fortalecer su fe, así pues se trata de un acto sagrado que equivale al enlace con ese ser superior que se percibe como guía y Padre amoroso pues siempre está al pendiente del bienestar de cada uno de sus hijos. Debido a que cada una de las plegarias que tenemos a nuestra disposición permiten expresar nuestros sentimientos de agradecimiento, temor, alegría y demás, orar se traduce en un diálogo fundamental para la vida equilibrada del cristiano, sin embargo y lamentable no todos lo entienden de esta manera.

Ciertamente entre en el hombre más avanza con la evolución de su mundo material suele descuidar notablemente su dimensión espiritual y es entonces cuando podemos hacer referencia a los grandes enemigos de la oración, factores a los que les permitimos interferir al punto tal de alejarnos de Dios.

Obstáculos que alejan de la oración

Si bien cuando somo niños y estamos bajo supervisión de nuestros padres, destinar un momento para el creador es algo que hace parte de las costumbres del hogar y se hace con gran entusiasmo, muchas veces esto cambia al ser adultos y pasar por los altibajos propios de esta etapa. Esto se debe a que la voluntad flaquea ante esos enemigos que nos acechan, personajes que también pueden ser simplemente sensaciones y pensamientos oscuros.

El cansancio aparece como el adversario número de la vida espiritual, es así como las oraciones de la noche suelen quedar en el olvido ante la perspectiva de abandonarse prontamente al sueño. De igual manera pueden identificarse el desánimo, la intranquilidad mental, la pereza y todas esas distracciones tan propias que se desprenden del ámbito social.

Equilibrar la vida y no olvidarse de Dios

La mente juega un papel importante en el desempeño del ser humano y muchas veces se transforma un adversario más que impide aquel acercamiento con lo más verdadero que tenemos y que no es otra cosa que la fe en aquella promesa de salvación. Se hace definitivamente esencial que nos hagamos conscientes que en algún momento vamos a precisar de la misericordia divina y tal y como sucede con nuestros amigos o conocidos no es propio acudir a alguien solo cuando se requiere recibir algo.

Es por ello que proponerse respetar la presencia de Dios en nuestros corazones es algo que además de permitirnos gozar de todos sus dones nos alejará de esas inseguridades tan propias de aquel que camina en la oscuridad.